Misa Universitaria

Domingo 3 de noviembre

Ven a celebrar el amor de Dios,
se derramará como agua limpia,
empapando nuestras vidas
de su presencia. (bis)

Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor.

Amén.

Señor ten piedad

Cristo ten piedad

Señor ten piedad

Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros.
Porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.

Lectura del libro del Deuteronomio.

Dt 6, 2-6

Moisés habló al pueblo diciendo:
«Teme al Señor, tu Dios, tú, tus hijos y nietos, y observa todos sus mandatos y preceptos, que yo te mando, todos los días de tu vida, a fin de que se prolonguen tus días. Escucha, pues, Israel, y esmérate en practicarlos, a fin de que te vaya bien y te multipliques, como te prometió el Señor, Dios de tus padres, en la tierra que mana leche y miel.
Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
Estas palabras que yo te mando hoy estarán en tu corazón».

Palabra de Dios.

Canto

Te amo Señor Fortaleza mía
Roca mía, Castillo mío, mi Libertador.
Dios mío, en ti confiaré,
mi escudo eres Tú
y la fuerza de mi salvación.

Sal 17, 2-3a. 3bc-4. 47 y 51ab (R.: 2)
R/.
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R/.

Dios mío, peña mía, refugio mío,
escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos. R/.

Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador:
Tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu ungido. R/.

Lectura de la carta a los Hebreos.

Heb 7, 23-28

Hermanos:
Ha habido multitud de sacerdotes de la anterior Alianza, porque la muerte les impedía permanecer; en cambio, Jesús, como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa. De ahí que puede salvar definitivamente a los que se acercan a Dios por medio de él, pues vive siempre para interceder a favor de ellos.
Y tal convenía que fuese nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo.
Él no necesita ofrecer sacrificios cada día como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo, porque lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
En efecto, la ley hace sumos sacerdotes a hombres llenos de debilidades. En cambio, la palabra del juramento, posterior a la ley, consagra al Hijo, perfecto para siempre.

Palabra de Dios.

Aleluya cantará
quién perdió la esperanza,
y la tierra sonreirá, ¡Aleluya! (bis)

Lectura del santo Evangelio según san Marcos.

Mc 12, 28b-34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
«¿Qué mandamiento es el primero de todos?».
Respondió Jesús:
«El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos».
El escriba replicó:
«Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:
«No estás lejos del reino de Dios».
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Palabra del Señor.

Sé de quién me fiado, confío, Señor, en Ti,
y aunque a veces parezca de piedra,
confío, Señor, en Ti,
y aunque el corazón se pegue a la tierra,
confío en Ti, confío en Ti, mi Señor.

Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,

que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,

fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.

Sigue habiendo tantos pies que lavar
sigue habiendo tanta oscuridad que iluminar
tantas cadenas que romper
pan y vino para el pobre quiero ser.
Sigue habiendo tantos pies que lavar
sigue habiendo tanta oscuridad que iluminar
tantas cadenas que romper
fortalece, Señor, mi poca fe.

Santo, Santo, Santo, los cielos te proclaman,
Santo, Santo, Santo, es nuestro Rey Yahve,
Santo, Santo, Santo es el que nos redime
porque mi Dios es santo, la tierra llena de tu gloria es,
porque mi Dios es Santo, la tierra llena de tu gloria es.

CIELO Y TIERRA PASARAN,
MAS TUS PALABRAS NO PASARÁN,
CIELO Y TIERRA PASARÁN,
MÁS TUS PALABRAS NO PASARÁN.
NO. NO. NO PASARÁN. NO NO NO
NO. NO. NO PASARÁN.

2. Bendito es el que viene en nombre del Señor,
da gloria a Jesucristo, el Hijo de David.
Hosanna en las alturas a nuestro salvador,
bendito es el que viene en nombre del Señor,
bendito es el que viene en nombre del Señor.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.

Como el Padre me amó yo os he amado
Permaneced en mi amor,
permaneced en mi amor

Si guardáis mis palabras
Y como hermanos os amáis
Compartiréis con alegría
el don de la fraternidad.
Si os ponéis en camino
sirviendo siempre a la verdad
Fruto daréis en abundancia
Mi amor se manifestará.

No veréis amor tan grande
Como aquél que yo os mostré
Yo doy la vida por vosotros
Amad como yo os amé.
Si hacéis lo que os mando
Y os queréis de corazón
Compartiréis mi pleno gozo
De amar como Él me amó.

POST- COMUNIÓN
Nada vale la pena
Comparado con tu amor.
Nada vale la pena,
Comparado contigo, Señor. (bis)

Nada nos separará,
nada nos separará,
nada nos separará,
del Amor de Dios.