Domingo 1 2 de Enero
¿Cómo podré agradecer tanta bendición?
¿Cómo podré responder a tu amor?
Levantando mis manos, Señor,
declarando que Tú eres Dios
y dejándome llenar por el soplo
de tu amor.
Y alabándote, y alabándote
y alabándote, Señor, mi Dios (bis)
Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor.
Amén.
Señor ten piedad
Cristo ten piedad
Señor ten piedad
Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros.
Porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
Lectura del libro de Isaías.
Is 42, 1-4. 6-7
Esto dice el Señor:
«Mirad a mi siervo, a quien sostengo;
mi elegido, en quien me complazco.
He puesto mi espíritu sobre él,
manifestará la justicia a las naciones.
No gritará, no clamará,
no voceará por las calles.
La caña cascada no la quebrará,
la mecha vacilante no la apagará.
Manifestará la justicia con verdad.
No vacilará ni se quebrará,
hasta implantar la justicia en el país.
En su ley esperan las islas.
Yo, el Señor,
te he llamado en mi justicia,
te cogí de la mano, te formé
e hice de ti alianza de un pueblo
y luz de las naciones,
para que abras los ojos de los ciegos,
saques a los cautivos de la cárcel,
de la prisión a los que habitan en tinieblas».
Palabra de Dios.
Sal 28, 1b y 2. 3ac-4. 3b y 9c-10 (R.: 11b)
R/. El Señor bendice a su pueblo con la paz.
Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R/.
La voz del Señor sobre las aguas,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica. R/.
El Dios de la gloria ha tronado.
En su templo, un grito unánime: «¡Gloria!».
El Señor se sienta sobre las aguas del diluvio,
el Señor se sienta como rey eterno. R/.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.
Hch 10, 34-38
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
«Ahora comprendo con toda verdad que Dios no hace acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los hijos de Israel, anunciando la Buena Nueva de la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos.
Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él».
Palabra de Dios.
Aleluya cantará
quién perdió la esperanza,
y la tierra sonreirá, ¡Aleluya! (bis)
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
Lc 3, 15-16. 21-22
En aquel tiempo, como el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:
«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».
Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo:
«Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco».
Palabra del Señor.
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.
¿Qué te puedo dar que no me hayas dado Tú?
¿Qué te puedo decir que no me hayas dicho Tú?
¿Qué puedo hacer por Ti, si yo no puedo hacer nada,
si yo no puedo hacer nada si no es por Ti, mi Dios?
Todo lo que sé, todo lo que soy, todo lo que tengo es tuyo. (bis)
Santo, santo, santooo, santo es el Señor,
Dios del universo, Dios del universo.
Llenos están cielo y tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo, hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo, hosanna en el cielo.
Santo, santo, santooo, santo es el Señor,
Dios del universo, Dios del universo.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.
1.Bendigamos al Señor,
Dios de toda la creación,
por habernos regalado su amor,
su bondad y su perdón, y su gran fidelidad
por los siglos de los siglos durarán.
El espíritu de Dios hoy está sobre mí
y Él es quien me ha ungido para proclamar
la buena nueva a los más pobres,
la gracia de su salvación. (Bis)
2.Enviado con poder y en el nombre de Jesús
a sanar a los enfermos del dolor,
a los ciegos dar visión, a los pobres la verdad
y a los presos y oprimidos libertad.
3.Con la fuerza de su amor y de la resurrección
anunciamos: llega ya la salvación,
que ni el miedo ni el temor,
ni la duda o la opresión
borrarán la paz de nuestro corazón.
Canto poscomunión
Sé de quién me fiado, confío, Señor, en Ti,
y aunque a veces parezca de piedra,
confío, Señor, en Ti,
y aunque el corazón se pegue a la tierra,
confío en Ti, confío en Ti, mi Señor.
Id y anunciad por el mundo
la buena nueva de Dios,
y entenderéis lo que os quise decir,
que el Reino comienza aquí.
Y si os amáis de verdad
y dais cobijo al más pobre,
¿quién podrá contra vosotros
y vuestras obras condene?
Sed luz que alumbre en lo alto,
llenad la tierra de amor.
Sed mensajeros que anuncien
la buena nueva de Dios.
¡Sed! del mundo la sal,
del mundo la luz,
del mundo el amor (bis)
¡Sed!