4° Domingo de Pascua – 11 de Mayo
¿Cómo podré agradecer tanta bendición?
¿Cómo podré responder a tu amor?
Levantando mis manos, Señor,
declarando que Tú eres Dios
y dejándome llenar por el soplo
de tu amor.
Y alabándote, y alabándote
y alabándote, Señor, mi Dios (bis)
Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor.
Amén.
Señor ten piedad
Cristo ten piedad
Señor ten piedad
Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso Señor,
Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.
Hch 13, 14. 43-52
En aquellos días, Pablo y Bernabé continuaron desde Perge y llegaron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento.
Muchos judíos y prosélitos adoradores de Dios siguieron a Pablo y Bernabé, que hablaban con ellos exhortándolos a perseverar fieles a la gracia de Dios.
El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra del Señor. Al ver el gentío, los judíos se llenaron de envidia y respondían con blasfemias a las palabras de Pablo.
Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda valentía:
«Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: “Yo te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el confín de la tierra”».
Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y creyeron los que estaban destinados a la vida eterna.
La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas, adoradoras de Dios, y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio.
Estos sacudieron el polvo de los pies contra ellos y se fueron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaban llenos de alegría y de Espíritu Santo.
Palabra de Dios.
Sal 99, 1b-2. 3. 5 (R.: 3c)
R/. osotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.
El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades. R/.
Lectura del libro del Apocalipsis.
Ap 7, 9. 14b-17
Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.
Y uno de los ancianos me dijo:
«Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero.
Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo.
El que se sienta en el trono acampará entre ellos.
Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono los apacentará y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas.
Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos».
Palabra de Dios.
Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya (bis)
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
Jn 10, 27-30
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.
Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre somos uno».
Palabra del Señor.
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.
Confío en Ti, de Ti me fie,
No andaré tus pasos si no es desde la fe.
Justo he de vivir, si en Ti confié.
Dame, Dios tu Espíritu, dame Tú la fe.
Santo, santo, santooo, santo es el Señor,
Dios del universo, Dios del universo.
Llenos están cielo y tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo, hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo, hosanna en el cielo.
Santo, santo, santooo, santo es el Señor,
Dios del universo, Dios del universo.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.
EL SEÑOR ES MI PASTOR NADA ME FALTA
EL SEÑOR ES MI PASTOR. (bis)
1. En praderas reposa mi alma,
en su agua descansa mi sed.
Él me guía por senderos justos
por amor, por amor de su nombre.
2. Aunque pase por valles oscuros
ningún mal, ningún mal temeré
porque sé que el Señor va conmigo
su cayado sostiene mi fe.
EL SEÑOR ES MI PASTOR NADA ME FALTA
EL SEÑOR ES MI PASTOR. (bis)
3. Tú preparas por mi una mesa
frente a aquellos que buscan mi mal.
Con aceite me ungiste, Señor
y mi copa rebosa de ti.
4. Gloria a Dios, padre omnipotente
y a su hijo Jesús, el Señor,
y al Espíritu que habita en el mundo
por los siglos eternos. Amén.
Acción de gracias
Te seguiré a donde me lleves
Sin adelantarme, sin forzar el paso
Sabiamente ignorante, iré donde no sé,
Puesto el corazón en ti, te seguiré.
Regina caeli, laetare, alleluia.
Quia quem meruisti portare, alleluia.
Resurrexit, sicut dixit, alleluia.
Ora pro nobis Deum, alleluia.