Oraciones de Taizé

Magnificat, magnificat, magnificat
Magnificate anima mea Domiinum
Magnificat, magnificat, magnificat
Magnificate anima mea Dominum

Jubilate deo omnis terra
Servite domino in laetitia
Halleluja, halleluja in laetitia
Halleluja, halleluja in laetitia

Sácianos de tu misericordia, Señor, y estaremos alegres
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Danos alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas.
Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Sí, haga prósperas las obras de nuestras manos

Cristo Jesús, oh, fuego que abrasa
Que las tinieblas en mí no tengan voz
Cristo Jesús, disipa mis sombras
Y que en mí solo hable tu amor

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?».
Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre».
Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud».
Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme».
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!».
Los discípulos quedaron sorprendidos de estas palabras. Pero Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios».
Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?».
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo».
Pedro se puso a decirle: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Jesús dijo: «En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna».

En tí confío Señor,
en tí, la paz del corazón.
En tí confío Señor,
en tí, la paz del corazón

» Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo «

*TIEMPO DE SILENCIO *

– Señor, te pedimos por la paz en el mundo, para que desaparezcan las injusticias y enemistades y brote por todas partes el amor y la paz.

– Señor, te pedimos por la iglesia universal. Para que todos podamos superar las divisiones y tengamos la valentía de seguir tu palabra.

– Señor, te pedimos por los gobernadores de nuestras naciones. Para que iluminados por ti, sepan buscar el bien para sus ciudadanos.

– Señor, te pedimos por el Papa Francisco, por nuestros obispos y todos aquellos que nos transmiten tu fe. Ayúdalos en el camino, para hacer de nuestra iglesia una casa en la que quepamos todos.

– Señor, te pedimos por todos nosotros, los jóvenes. Para que sepamos responder a la llamada que diriges a cada uno de nosotros.

DEJAMOS UN MINUTO POR SI ALGUIEN QUIERE HACER UNA PETICIÓN

Señor, muéstranos el verdadero camino de la vida y ayúdanos a despojarnos de todas aquellas riquezas que nos hacen pobres de corazón. Que en nuestro camino pongas a personas que nos acerquen a ti, y nos enseñen que lo verdaderamente importante es seguirte, sean cuales sean las circunstancias.

Nada te turbe, nada te espante,
solo Dios basta

Cristo Jesús, oh, fuego que abrasa
Que las tinieblas en mí no tengan voz
Cristo Jesús, disipa mis sombras
Y que en mí solo hable tu amor

Padre Nuestro