Misa Universitaria

4° Domingo de Cuaresma – 30 de marzo

1. El azul del cielo, el verde las aguas, el rostro de los niños y el sol.
Las flores del campo, las gotas del rocío, el ímpetu del viento y el mar.
Toda mi existencia, el amor de mis hermanos, la vida en compañía de Ti.
El amor que siento, que vive aquí en mi pecho cuando canto para Ti.


He venido para que viváis y viváis en abundancia,
he venido para que tengáis una vida en plenitud. (2)


2. Tengo en tu Palabra la fuente de mi vida, la puerta que nos lleva hacia Dios. Olvida mis pecados, me curas de mis males, me llenas de esperanza y amor. Envías tu Espíritu, me llenas de tu gracia, me das tu fortaleza y perdón. Siento que mi vida está toda en tus manos, creo que eres Tú, mi Señor.

3.Hoy estoy aquí porque quiero proclamarte, pedirte que nos ames, Señor. Estamos enfermos y somos pecadores y necesitamos de Ti. Eres Tú la puerta por la que nos salvamos, eres Tú, Jesús, el Pastor. Cura con tus manos todas mis heridas, purifícame con tu amor.

Canto :

Kyrie Eleison, Kyrie Eleison, Kyrie Eleison
Christe Eleison, Christe Eleison, Christe Eleison
Kyrie Eleison, Kyrie Eleison, Kyrie Eleison

Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor.

Amén.

Señor ten piedad

Cristo ten piedad

Señor ten piedad

Lectura del libro de Josué.

Jos 5, 9a. 10-12

En aquellos días, dijo el Señor a Josué:
«Hoy os he quitado de encima el oprobio de Egipto».
Los hijos de Israel acamparon en Guilgal y celebraron allí la Pascua al atardecer del día catorce del mes, en la estepa de Jericó.
Al día siguiente a la Pascua, comieron ya de los productos de la tierra: ese día, panes ácimos y espigas tostadas.
Y desde ese día en que comenzaron a comer de los productos de la tierra, cesó el maná. Los hijos de Israel ya no tuvieron maná, sino que ya aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán.

Palabra de Dios.

Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7 (R.: 9a)

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

2 Cor 5, 17-21

Hermanos:
Si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo.
Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación.
Porque Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus pecados, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación.
Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él.

Palabra de Dios.

Que tu palabra nos cambie el corazón,
que tu palabra nos cambie el corazón.
Transforma en nieve el carbón de nuestro gris corazón.
Que tu palabra nos cambie el corazón.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

Lc 15, 1-3. 11-32

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”.
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo:
“Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”.
Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
Pero el padre dijo a sus criados:
“Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”.
Y empezaron a celebrar el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Este le contestó:
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”.
Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Entonces él respondió a su padre:
“Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”.
El padre le dijo:
“Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”».

Palabra del Señor.

Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,

que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,

fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.

Si al altar vas con tu ofrenda
y te encuentras de camino
que tu hermano tiene algo contra ti
y te encuentras que tienes algo
en contra de tu hermano.
Deja tu ofrenda y vete a decirle
que eres su hermano y que has
perdonado,

eso será vino y pan
eso será vino y pan.

Santo santo santooo
Santo es el Señor
Dios del universo
Dios del universo (x2)
Llenos están el cielo y tierra de tu gloria
Hosanna en el cielo
Hosanna en el cielo
Bendito el que viene en nombre del Señor
Hosanna en el cielo
Hosanna en el cielo
Santo santo santooo
Santo es el Señor
Dios del universo
Dios del universo (x2)

Paz en la Tierra, paz en las alturas
que el gozo eterno reine
en nuestro corazón (bis)

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.

Vengo a gritarte los deseos
De mi corazón
Porque a sus últimos despliegues
Solo tus manos llegan, solo
Conciénciame, Señor
Conciénciame, Señor

Me siento amado por mi mismo
Y no por mis actos, de ser no solo deseado
Siendo imprecindible para ti
De ser persona de tu confianza, a pesar de mi pasado
Mendigo de tu vida
De tu humanidad he necesitado
En ese templo en que estás vivo con infinita fuerza
Es el motivo de que Dios se recree en mi belleza
Conciénciame, Señor
Conciénciame
De ser el único que puede
Saciar tu sed de mí

De no estar hecho para el éxito, si no para el amor
De no vivir para mi mismo
Si no para la comunión
De no vivir de sentimientos
Si no sensibilidad
No querer cumplir mis metas
Si no amar tu voluntad
De ser un no de los llamados
A tu revolución
De ser carne de Cristo
Cuerpo de mi señor
Conciénciame, Señor
Conciénciame, Señor
Conciénciame, Señor
Conciénciame de ser el único que puede
Saciar tu sed de mí

Canto Postcomunion

no se sabe todavía

Tantas cosas en la vida,
nos ofrecen plenitud;
y no son más que mentiras
que desgastan la inquietud.
Tu has llenado mi existencia
al quererme de verdad,
yo quisiera Madre buena
amarte más.
En silencio escuchabas
las palabras de Jesús,
y lo hacías pan de vida
meditando en tu interior.
La semilla que ha caído
ya germina y está en flor.
Con el corazón en fiesta cantaré:
Ave María. Ave María. Ave María. Ave María
Desde que yo era muy niño
has estado junto a mí
y guiado de tu mano
aprendí a decir «sí».
Al calor de la esperanza,
nunca se enfrió mi fe,
y en la noche más oscura,
fuiste luz.
No me dejes Madre mía,
ven conmigo a caminar.
Quiero compartir mi vida
y crear fraternidad;
tantas cosas en nosotros
son el fruto de tu amor,
la plegaria más sencilla cantaré