Misa Universitaria

Solemnidad de Cristo Rey del universo. 23 de noviembre 2025

Un nuevo Reino está amaneciendo,
un nuevo Reino está naciendo,
un nuevo Reino está surgiendo
entre las ruinas de un viejo imperio;
y es un Reino de paz,
es un Reino de amor,
es un Reino de justicia y libertad,
donde reina la igualdad,
donde reina la hermandad,
donde reina el Rey de Reyes, de verdad

Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor.

Amén.

Señor ten piedad

Cristo ten piedad

Señor ten piedad

Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso Señor,
Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.

ectura del segundo libro de Samuel 5, 1-3

Todas las tribus de Israel se presentaron a David en Hebrón y le dijeron: “¡Nosotros somos de tu misma sangre! Hace ya mucho tiempo, cuando aún teníamos como rey a Saúl, eras tú el que conducía a Israel. Y el Señor te ha dicho: “Tú apacentarás a mi pueblo Israel y tú serás el jefe de Israel””.

Todos los ancianos de Israel se presentaron ante el rey en Hebrón. El rey estableció con ellos un pacto en Hebrón, delante del Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel.

Palabra de Dios

R/. ¡Vamos con alegría a la Casa del Señor!

¡Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la Casa del Señor”!

Nuestros pies ya están pisando tus umbrales, Jerusalén. R/.

Allí suben las tribus, las tribus del Señor,

çsegún es norma en Israel, para celebrar el Nombre del Señor.

Porque allí está el trono de la justicia, el trono de la casa de David. R/.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses:

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas 1, 12-20

Hermanos:

Demos gracias al Padre, que nos ha hecho dignos de participar de la herencia luminosa de los santos. Porque Él nos libró del poder de las tinieblas y nos hizo entrar en el Reino de su Hijo muy querido, en quien tenemos la redención y el perdón de los pecados.

Él es la Imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de Él y para Él.

Él existe antes que todas las cosas y todo subsiste en Él. Él es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia. Él es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos, a fin de que Él tuviera la primacía en todo, porque Dios quiso que en Él residiera toda la Plenitud.

Por Él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz.

Palabra de Dios

Jesús es, Jesús es Señor.

Jesús es, Jesús es Señor.

Jesús es, Jesús es Señor.

Aleluya, aleluya.

Aleluya, aleluya.

Aleluya, aleluya.


 

 Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 23, 35-43

Después que Jesús fue crucificado, el pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: “Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, sí es el Mesías de Dios, el Elegido!”

También los soldados se burlaban de Él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: “Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!”

Sobre su cabeza había una inscripción: “Este es el rey de los judíos”.

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: “¿No eres Tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro lo increpaba, diciéndole: “¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que Él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero Él no ha hecho nada malo”. Y decía: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino”.

Él le respondió: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso”.

Palabra del Señor

Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,

que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,

Señor, toma mi vida nueva

Antes de que la espera

Desgaste años en mí

Estoy dispuesto a lo que quieras

No importa lo que sea

Tú llámame a servir

Llévame donde los hombres

Necesiten tus palabras

Necesiten mis ganas de vivir

Donde falte la esperanza

Donde falte la alegría

Simplemente por no saber de ti

Santo es el señor mi Dios, digno de alabanza
a Él el poder, el honor y la gloria.
¡Hosanna, hosanna! (2)  Hosanna oh Señor (BIS)
 Bendito el que viene en el nombre del Señor,
Con todos los santos cantamos para ti.
¡Hosanna, hosanna! (2)  Hosanna oh Señor (BIS)
 

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.




Abrid las puertas de par en par

que va a entrar el Rey de la Gloria

Abrid las puertas de par en par

que va a entrar el hijo de Dios.

Para celebrar dos mil años de luz.

Dos mil años de Misericordia.

Para celebrar dos mil años de luz.

Dos mil años de liberación.

Cerrad los ojos y contemplad

la presencia de cielo en nosotros

Vivimos juntos en Comunión

 santos, ángeles e Hijos de Dios.

No adoréis a nadie, a nadie más que a Él  (2)
No adoréis a nadie, a nadie más (2)
No adoréis a nadie, a nadie más que a Él.
 Porque sólo Él, nos puede sostener. (2)
 No adoréis a nadie, a nadie más. (2)
No adoréis a nadie, a nadie más que a Él.
 

Muéveme, mi Dios, hacia Ti.

 Que no me muevan los hilos de este mundo, no.

 Muéveme, atráeme hacia Ti, desde lo profundo (bis)