
Magnificat, Magnificat,
Magnificat anima mea Dominum.
Magnificat, Magnificat,
Magnificat anima mea.
Jubilate Deo omnis terra.
Aleluia, aleluia.
Ven, Señor, a salvarnos.
El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos.
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos.
Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
En ti confío Señor,
en ti, la paz del corazón.
En ti confío Señor,
En ti, la paz del corazón
Evangelio:
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle:
«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?».
Jesús les respondió:
«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados. ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!».
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito: “Yo envío mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti”.
En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».
Cristo Jesús, oh fuego que abrasa
Que las tinieblas en mí no tengan voz
Cristo Jesús, disipa mis sombras
Y que en mí solo hable tu amor
Yo envio mi mensaje delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti.
Peticiones:
Por la Iglesia universal, para que ayudados por tu palabra sepamos transmitir al
mundo la verdad que nos enseñas.
Por el Papa león, los sacerdotes, los religiosos y todos aquellos que dedican su vida
a seguir tu palabra. Para que nunca cesen en su tan importante labor dentro de la
iglesia.
Por las nuevas vocaciones, para que ilumines el camino de aquellos que aún tienen
dudas o miedo de seguir su corazón.
Por los jóvenes, que somos el futuro de tu iglesia. Para que siempre actuemos en
consonancia con lo que nos enseñas: a amarnos los unos a los otros como tú nos
has amado.
Por este tiempo de adviento, para que sepamos preparar el corazón al regalo más bonito que han hecho jamás a este mundo.
