Magnificat, magnificat magnificat anima mea Dominum Magnificat, magnificat magnificat anima mea
Ven espíritu de Dios, y de tu amor enciende la llama
Ven espíritu de amor, ven espíritu de amor
Oh Dios, crea en mí un corazón puro
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso: enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti.
Cristo Jesús, oh fuego que abrasa Que las tinieblas en mí no tengan voz Cristo Jesús, disipa mis sombras Y que en mí sólo hable tu amor
En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: «Señor, quisiéramos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre.» Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.» La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: «Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.» Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.
En ti confio señor En ti la paz del corazón
» El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.»
*Tomamos un tiempo de silencio*
— Señor, te pedimos por la paz en el mundo, para que desaparezcan las injusticias y enemistades y brote por todas partes el amor y la paz .
— Señor, te pedimos por la iglesia universal. Para que todos podamos superar las divisiones y tengamos la valentía de seguir tu palabra.
— Señor, te pedimos por la iglesia universal. Para que todos podamos superar las divisiones y tengamos la valentía de seguir tu palabra.
— Señor, te pedimos por el Papa Francisco, por nuestros obispos y todos aquellos que nos transmiten tu fe. Ayúdalos en el camino, para hacer de nuestra iglesia una casa en la que quepamos todos.
— Señor, te pedimos por todos nosotros, los jóvenes. Para que sepamos responder a la llamada que diriges a cada uno de nosotros.
Si quieres puedes formular en voz alta o en tu corazon una peticion
Señor, enséñanos a servirte en los demás, a entregar nuestra vida y lo mejor de nosotros al servicio de los que nos rodean. Muéstranos los caminos de la solidaridad y guíanos para servir de manera altruista, sin compromisos ni ataduras. Porque como tú dices, aquel que te sirva, será recompensado.
Nada te turbe, nada te espante Quien a Dios tiene nada le falta. Nada te turbe, nada te espante, Solo Dios basta.
El señor es quien restaura, Dios nunca te aparta El señor que viene a encontrarte, viene a encontrarte
Padre nuestro que estás en el cielo Santificado sea tu nombre Venga a nosotros tu reino Hágase tu voluntad En la tierra como en el cielo Danos hoy nuestro pan de cada dia Perdona nuestras ofensas Como nosotros perdonamos a los que nos ofenden No nos dejes caer en la tentación Y líbranos del mal Amén