Eucaristía

Domingo 14 de Abril – 3º Domingo de Pascua

VINE A ALABAR A DIOS (2)
VINE A ALABAR SU NOMBRE.
VINE A ALABAR A DIOS.

Él vino a mi vida en un día muy especial;
cambió mi corazón en un nuevo corazón.
Y ésta es la razón por la que digo que:
¡vine a alabar a Dios!

Agua lávame, purifícame.
Dame agua, tu espíritu; agua lávame.

Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor.

Amén.

Señor ten piedad

Cristo ten piedad

Señor ten piedad

Gloria a Dios, Gloria a Dios, Gloria al Padre. (2)
A Él le sea la gloria. (2)
¡Aleluya! Amén. (4)

Gloria a Dios, Gloria a Dios, Gloria al Hijo. (2)
A Él le sea la gloria. (2)
¡Aleluya! Amén. (4)

Gloria a Dios, Gloria a Dios, Espíritu Santo. (2)
A Él le sea la gloria. (2)
Aleluya! Amén. (4)

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

Hch 3, 13-15. 17-19

En aquellos días, Pedro dijo al pueblo:

«El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo.

Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello.

Ahora bien, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, al igual que vuestras autoridades; pero Dios cumplió de esta manera lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer.

Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados.

Palabra de Dios.

Sal 4, 2. 4. 7. 9 (R.: cf. 7b)
R/.
Haz brillar sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro.

Escúchame cuando te invoco, Dios de mi justicia;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración. R/.

Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque. R/.

Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?». R/.

En paz me acuesto y enseguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo R/.

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.

1 Jn 2, 1-5a

Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis.

Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo.

Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos.

Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él.

Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud.

Palabra de Dios.

Aleluya cantará
quién perdió la esperanza,
y la tierra sonreirá, ¡Aleluya! (bis)

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

Lc 24, 35-48

En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:

«Paz a vosotros».

Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.

Y él les dijo:

«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».

Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:

«¿Tenéis ahí algo de comer?».

Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.

Y les dijo:

«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».

Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.

Y les dijo:

«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

Palabra del Señor.

Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,

que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,

fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.

EL PAN QUE COMPARTIMOS AL COMER
Y EL VINO QUE COMPARTIMOS AL BEBER,
SON SÍMBOLOS DE UNIÓN,
SON SÍMBOLOS DE AMOR, SON SÍMBOLOS
DE LO QUE TÚ NOS ENSEÑASTE A SER.

Tú nos has ofrecido tu cuerpo
y nos has ofrecido tu sangre
como signo de lo que nosotros debemos hacer.
Ofreciendo nosotros la vida, ayudando a vivir a los otros,
ya podremos sentarnos contigo a comer y a beber.

Santo, santo es tu nombre
En el cielo y en la tierra.
Bendito es tu nombre,
Cantamos tu gloria por siempre.
Santo, santo es Dios porque vive en la tierra. (2)

La paz te doy a ti, mi hermano,
la paz que Dios me regaló,
y en un abrazo a ti te entrego
la paz que llevo en mi corazón. (bis)

Recíbela, recíbela,
esta es la paz
que el mundo no te puede dar. (bis)

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.

El Señor resucitó, venciendo la muerte en la cruz,
nuestra esperanza está en Él,
Él es nuestro Salvador.
Atrás quedó el temor, la duda y la poca fe,
hagamos ya realidad un Reino nuevo de amor.

SOMOS TESTIGOS DE LA RESURRECCIÓN,
ÉL ESTÁ AQUÍ, ESTÁ PRESENTE,
ES VIDA Y ES VERDAD.
SOMOS TESTIGOS DE LA RESURRECCIÓN,
ÉL ESTÁ AQUÍ,
SU ESPÍRITU NOS MUEVE PARA AMAR.

Tú nos reúnes, Señor, en torno al cáliz y al pan,
y nos invitas a ser la luz del mundo y la sal.
Donde haya odio y dolor haremos presente tu paz;
en cada gesto de amor, María, Madre, estará.

Confío en Ti, de Ti me fie,
No andaré tus pasos si no es desde la fe.
Justo he de vivir, si en Ti confié.
Dame, Dios tu Espíritu, dame Tú la fe.

Llévame donde los hombres
Necesiten tus palabras
Necesiten mis ganas de vivir
Donde falte la esperanza
Donde falte la alegría
Simplemente por no saber de ti